Es el pensador de moda. Sus libros ‘Sapiens’ y ‘Homo deus’ se han convertido en superventas mundiales por su talento para condensar la historia de la Humanidad y adentrarnos en el mundo del mañana. Hablamos con Yuval Harari de nuestro futuro… y del de los que vengan después. Por Carlos Manuel Sánchez / Fotos: Benedict Campbell

Se ha convertido en un oráculo aclamado por Bill Gates. El historiador israelí Yuval Noah Harari (Haifa, 1976) es un experto en la Edad Media que escribe sobre el futuro.

Se doctoró en Oxford y es catedrático por la Universidad Hebrea de Jerusalén. Sus dos ensayos (publicados en España por Debate) se han convertido en superventas mundiales. Primero, Sapiens. De animales a dioses, en el que trazaba una historia de la humanidad cuya idea central es que el ser humano no es tan especial, pero su capacidad para creerse sus propias ficciones (el dinero, entre otras) le permitió cooperar a gran escala y dominar al resto de los animales. A raíz de ese libro se volvió vegano. La secuela es Homo deus. Breve historia del mañana, en la que augura que el hombre lleva camino de volverse obsoleto, precisamente cuando más cerca estaba de la felicidad y la inmortalidad. La cita es en Londres, en un hotel del barrio de Covent Garden. Lo acompaña su marido y agente, Itzik Yahav.

XLSemanal. He leído sus libros en mi Kindle y resulta, según usted, que, mientras lo hacía, mi Kindle también me ha estado ‘leyendo’…

Yuval Noah Harari. Sí, ya hay toda una serie de máquinas que está recopilando constantemente datos sobre sus usuarios. Y el Kindle es una más. Amazon ya sabe qué libros ha comprado usted antes. Y ahora también monitoriza qué partes lee usted despacio, cuáles se salta, cuáles anota… El siguiente paso será dotarlo de un software de reconocimiento facial y sensores biométricos para saber cómo influye cada frase en su ritmo cardiaco y su presión sanguínea. Sabrá qué le hizo reír, qué le puso triste; conocerá exactamente cuáles son sus gustos y los comparará con los de millones de usuarios…

XL. Y qué implica que estas máquinas sepan tanto de mí?

Y.N.H. De momento, le recomendará otros libros.

XL. Parece lógico. Si acierta y me gustan, es bueno para el negocio y bueno para mí.

Y.N.H. Es que ahí no queda la cosa. Poco a poco le daremos al algoritmo la autoridad para tomar las decisiones más importantes de nuestras vidas.

XL. Primero, dígame qué es un algoritmo.

Y.N.H. Es un conjunto de reglas para resolver problemas. Introduces información, el algoritmo sigue unos pasos y da unas respuestas.

«Las decisiones claves no se toman en la Casa Blanca; las toman los ingenieros de ‘software’, científicos, empresarios…»

XL. Ya, como el de Google. Metes palabras en el buscador y te salen resultados.

Y.N.H. Sí. Pero todos somos algoritmos. Las máquinas y los seres vivos. Los humanos somos algoritmos orgánicos. Con la información que tenemos, actuamos. Los sentimientos y las emociones son mecanismos bioquímicos que los animales usan para tomar decisiones. Es un cálculo veloz de probabilidades que nos ayuda a sobrevivir. Cuando vemos un tigre, aparece el miedo porque un algoritmo bioquímico calcula que la probabilidad de morir es grande. La química sexual aparece cuando tenemos posibilidades de aparearnos con alguien. Son algoritmos que se han ido perfeccionando a lo largo de cientos de miles de años. Si el algoritmo se equivocaba, morías. Y tus genes no pasaban a la siguiente generación.

XL. Pero el algoritmo de una máquina también se puede equivocar.

Y.N.H. Sí, pero no hace falta que sea perfecto. Solo tiene que ser mejor que nosotros. Piense en Google Maps, ya no hace falta que usted tenga un conocimiento de la ciudad. Basta con que siga las instrucciones. La autoridad va de la humanidad al algoritmo. Y esto mismo está pasando en muchas facetas de la vida. En la salud, por ejemplo. Si una pulsera tipo Fitbit te monitoriza las 24 horas, acabará detectando si estás enfermo o no antes que tu médico. Las compañías de seguros te animarán a que te las pongas. Tendrán dos tarifas, una con descuento si te la pones y otra más cara. En fin, Google, Amazon o Facebook elegirán la carrera que vamos a estudiar y la persona con la que nos vamos a casar. En la Europa medieval, los sacerdotes y los padres la elegían por ti. Cuando triunfó el humanismo, le dimos esta autoridad a nuestros sentimientos.

XL. Nos enamorábamos. Le hacíamos caso al corazón…

Y.N.H. Exacto. Pero en una sociedad basada en el big data le preguntaremos a Google. Y Google, que nos conoce mejor que nosotros mismos, nos aconsejará. Y no hace falta que acierte siempre. Basta con que sea mejor que nosotros. Además, la mayoría de la gente no se conoce a sí misma muy bien. Y mete la pata en algunas de las decisiones más importantes de sus vidas. Piensan, por ejemplo, que son buenos escritores. Y no lo son. Pero Google o Amazon te siguen a todas partes, saben cuáles son tus talentos. Saben si quieres ser rico o ser feliz.

XL. Y esta tendencia se generalizará?

Y.N.H. Sí. Y poco a poco perderás la capacidad de tomar decisiones por ti mismo. Porque para tomar decisiones necesitas un entrenamiento. Necesitas cometer errores. Si confías solo en Google Maps, nunca desarrollarás tu propio sentido de la orientación o tu instinto. Confías en los que tienen todos los datos y el poder computacional para procesarlos.

«En 50 años, los sistemas políticos que conocemos serán irrelevantes. Celebrar elecciones nos sonará ridículo»

XL. Yo tenía manía a los navegadores. Prefería perderme. Incluso pensaba que perderse es interesante… Ahora, me he rendido y llevo un Tomtom en el coche.

Y.N.H. Porque el navegador es mejor que usted en geografía. Pasa lo mismo con el coche autónomo. Nadie espera que no tenga accidentes, pero cada año mueren 1,3 millones de personas en la carretera, el doble que por guerras, terrorismo y violencia. Un ordenador no se emborracha, no se duerme… Sí, cometerá errores y habrá accidentes, pero tendrá sentido cambiar a coches autónomos, porque bajarán las cifras de muertes exponencialmente.

XL. Eso está bien.

Y.N.H. Por supuesto. Pero seremos cada vez más dependientes. Qué sentido tendrán nuestras vidas? El humanismo ha dominado la sociedad en los últimos siglos. Confiábamos en nosotros mismos. Ya no. Y da miedo.

«La probabilidad de morir en un atentado es menor que la de que te parta un rayo. Hay un desfase entre la realidad y nuestra percepción de ella»

XL. Viniendo a nuestra cita, he pasado por el puente de Westminster. Todavía hay flores y velas que recuerdan a las víctimas… Eso también da miedo.

Y.N.H. En Europa, la probabilidad de que alguien muera en un atentado es menor que la de que le parta un rayo. Desde el año 2000 han muerto menos de cien personas en atentados en el Reino Unido. La obesidad ha matado a medio millón en ese tiempo. Hay un desfase entre la realidad y nuestra percepción de la realidad.

XL. Pero el Estado Islámico es una amenaza real.

Y.N.H. Sí, pero ni el Estado Islámico ni nadie ofrecen una alternativa seria al sistema liberal, porque no tienen respuestas para las grandes preguntas de nuestra era.

XL. Y cuáles son esas preguntas?

Y.N.H. ¿Qué va a pasar con el mercado de trabajo cuando la inteligencia artificial supere a los humanos en la mayoría de las tareas? ¿Qué vamos a hacer con esa nueva clase formada por cientos de millones de personas sin empleo que van a ser económicamente irrelevantes?

XL. Y qué va a pasar?

Y.N.H. ¡No lo sé! Antes había luchas ideológicas. Si perdías la fe en el capitalismo, te volvías comunista. Este momento es único en la historia porque no hay alternativa. Ni el fundamentalismo ni los nacionalismos son alternativas. La gente mira al pasado porque ha perdido las referencias, porque está perdida. Pero es un espejismo.

XL. La tecnología traerá nuevos empleos…

Y.N.H. Sí, pero serán suficientes para reemplazar los que se pierdan? No necesitaremos conductores ni traductores… Dígale usted a una cajera de supermercado o a un agente de seguros que se hagan ingenieros de realidad virtual. Habrá trabajos en empleos creativos, pero incluso esas tareas las terminarán haciendo mejor los robots. Escribirán música mejor que nosotros.

XL. Pues vaya panorama…

Y.N.H. Antes, la vida se dividía en dos periodos. el del aprendizaje y el de la madurez, cuando te ponías a trabajar. Pero hoy lo que aprenden los niños en el colegio no valdrá para nada cuando tengan 40 años. A las máquinas no les cuesta tanto trabajo como a nosotros reinventarse. ¿Qué nos queda a los humanos? ¿Las drogas y los videojuegos?

XL. No sé, dígamelo usted.

Y.N.H. Nadie tiene ni idea de cómo será la vida dentro de 50 años. Y los políticos menos que nadie. Mire el Reino Unido, se va a pasar una década dándole vueltas al brexit, distraído de los problemas de verdad. O mire a Donald Trump, culpando a los chinos y a los mexicanos de que los norteamericanos se quedan sin trabajo, cuando lo que les va a quitar el trabajo es la inteligencia artificial.

«No digo que los gurús de Silicon Valley hagan lo correcto, pero si los comparas con Putin o Trump no hay color»

XL. ¿Y qué me dice de los gurús de Silicon Valley? Tampoco tienen respuestas?

Y.N.H. Por lo menos ellos tienen una visión. Miran hacia delante, no hacia atrás. No digo que Elon Musk o Mark Zuckerberg estén haciendo lo correcto. O que sean conscientes de las consecuencias de sus decisiones. La verdad es que tengo una relación complicada con la gente de Silicon Valley. Soy muy crítico con ellos y veo los peligros, pero por otra parte son los únicos que se toman en serio los grandes desafíos del siglo. Si comparas a Elon Musk con Putin o Trump, no hay color. Las decisiones más importantes ya no se toman en Bruselas, el Kremlin o la Casa Blanca; las toman ingenieros de software, científicos, empresarios…

XL. Por cierto, usted pronosticó que ganaría Trump.

Y.N.H. Tampoco era tan difícil. Era él o Clinton.

XL. Pero muy pocos apostaban por Trump. Y luego se fue a su retiro anual y no se enteró hasta un mes más tarde de que había ganado. Hábleme de esos retiros.

Y.N.H. Cuando planeo mi agenda anual, lo primero que hago es reservar uno o dos meses para mi retiro espiritual. Me desconecto totalmente. Internet, televisión, móvil…

XL. ¿Por qué?

Y.N.H. Porque me da equilibrio y paz. Si no, me volvería loco.

«Somos una especie problemática, insatisfecha. No somos malos, pero nos sentimos miserables»

XL. También practica la meditación…

Y.N.H. Sí, dos horas al día hago meditación Vipassana. Para limpiar la mente. Igual que te duchas para limpiar tu cuerpo. La hago porque busco la verdad. la verdad sobre la vida, sobre lo que pasa, sobre por qué hay tanto sufrimiento en el mundo. Cuando intentamos responder estas preguntas, con frecuencia nos contamos historias.

XL. ¿Quiere decir que nos ‘montamos’ películas?

Y.N.H. Sí. Y yo no quiero contarme una historia. Quiero ver la realidad con mis propios ojos. En la meditación empiezas con una realidad muy básica. Lo primero que haces es observar tu respiración. El aire que entra y sale de tu cuerpo. Cuando empecé, hace 17 años, no podía hacerlo más de diez segundos, mi mente enseguida volaba. No podía observar esa realidad tan simple más que un ratito. Y si no podía ver algo tan sencillo, cómo iba a pretender mirar el mundo?

XL. ¿Y qué es lo que ve ahora?

Y.N.H. Desilusión. Millones de personas están perdiendo la fe en el sistema. Estamos en un momento de crisis, de pérdida de fe en el sistema liberal. La paradoja es que la situación es mejor que en cualquier otro periodo de la historia. Hay menos hambre, menos enfermedades, menos guerras que en cualquier época anterior.

XL. ¿La democracia es uno de los pilares del sistema, también está en crisis?

Y.N.H. En 50 o 100 años, todos los sistemas políticos que hemos conocido serán irrelevantes. Democracia, comunismo, dictaduras… Si tenemos estos sensores biométricos en nuestro cuerpo y un algoritmo que te monitoriza todo el día y sabe cómo te sientes y lo que quieres y lo que necesitas, ya no se votará. La simple idea de celebrar unas elecciones nos sonará ridícula. Votar cada cuatro años, y quizá ese día te duele el estómago y cambias tu voto. Es tan primitivo. Pero también nos parecerá una locura la idea de tener un dictador.

XL. Predice que los muy ricos se fundirán con las máquinas y superarán al Homo sapiens, como una especie de semidioses.

Y.N.H. Es un escenario posible.

XL.¿ Somos los últimos Homo sapiens sobre la faz de la Tierra?

Y.N.H. No los últimos, pero sí una de las últimas generaciones. Es muy probable que en 100 años hayamos sido sustituidos por otra clase de entidades. Y en dos o tres siglos es muy muy difícil que sigamos dominando el planeta.

XL. ¿Como lo que pasó con los neandertales?

Y.N.H. Sí, pero no creo que vayamos a ser exterminados. Habrá una versión mejorada. Cíborgs. Pero no desapareceremos del todo. Todavía queda un cuatro por ciento de neandertal en nuestro ADN, quizá quede un cuatro por ciento de Homo sapiens en esa nueva especie.

XL. ¿Y qué opina del Homo sapiens?

Y.N.H. Algunos de mis amigos son Homo sapiens [ríe]. Somos una especie problemática. Insatisfecha. Trabajamos duro para conseguir algo y entonces queremos otra cosa. Siento compasión. Y causamos mucha destrucción y sufrimiento. No somos malos, pero nos sentimos miserables. Y nunca nos guardamos la miseria para nosotros, la proyectamos a los demás.


PARA SABER MÁS

Homo Deus. De Yuval Noah Harari. Editado por Debate.

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